miércoles, 15 de mayo de 2013

La sombra mutilada


La mujer vio su reflejo en el cristal de la ventana. Sólo una sombra recortada en la negrura de la noche. Sin rostro, era una piel macerada, unas manos crispadas, unos huesos doloridos, un corazón encogido y unos ojos extrañados, de pupilas violentamente mudas, que la miraban desde el otro lado. Permanecía encerrada entre paredes rotas a dentelladas, escondida en los rincones húmedos del miedo y aplastada por techos sin luz. Había olvidado casi hasta su nombre y le costaba ya recordar que hubo otra vida en el que sus pies eran ligeros. Después de mucho tiempo, volvió a abrir la ventana. El olor a estrellas azules de la noche la embriagó y ya no la asustaron los pasos que, detrás suyo, quebrantaron el silencio de hielo.


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